Es una puerta más de acceso a la Plaza de Zocodover. Llamada
Arco de la Sangre de Cristo, de estructura árabe con arco de herradura, se
conservó casi intacto hasta 1936, que se nos perdió, junto con cosas mucho más
valiosas, por causa de la contienda de la Guerra Civil Española.
Conocemos también su nombre en árabe: Bab-al-Yayl, puerta de
los Caballos. Parece natural suponer que la fachada de esta puerta que mirase
hacia la plaza tuviera un arco del mismo estilo. No obstante un gran incendio
ocurrido en 1589 convirtió a más de veinte casas en casi un solar, afectando a
esta fachada. Había que reformar toda la plaza y el Arco de la Sangre, por su
antigüedad, por la imagen encapillada sobre él y por estética era el elemento
principal de la plaza.
La reforma fue ordenada por el Rey Prudente en 1596,
encomendando las obras a Juan de Herrera, levantando los edificios con cargo a
los propietarios. Habida cuenta la acostumbrada escasez de fondos de nuestro
Municipio, el proyecto de reforma no se hizo por completo; se levantaron los
edificios, parte de las columnas y dos puertas, de las que sólo ha llegado a
nuestros días el Arco de la Sangre. Es curioso que éste fuera lo único que
quedase en pie al quemase otra vez, en 1936, la manzana entera. Reconstruida
en 1945 fue engarzada cuidadosamente en la nueva fachada restaurada; un cartel
en mármol, sobre el arco, bajo el reloj, indica la fecha de su última
restauración. (Fuente: Historia de las Calles de Toledo)
En la comentada plaza de Zocodover se escribió la leyenda de La Sierva. “Aquella misma noche, cuando el viento rugiendo una melodía de
muerte y la lluvia siseando besaba la ciudad, colgaban los verdugos en las
almenas del Alcázar la cabeza de aquella esclava del Rey, de la bella Azrael, la de talle gentil como las
palmeras del oasis, de la la mirada ardiente como las arenas del desierto”. (Web: Leyendas de Toledo)
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