Arquillo del Judío
Como último recuerdo viario de la Judería toledana, desde esta calle del Ángel comienza una corta cuesta que la une con los descampados y escombreras existentes al pie del cerro de la Virgen de Gracia; montón ya entonces ingente de cascotes y derribos que, con meticulosidad extrema, se elevó en el año 1864 a la categoría de plazuela. Mejor dicho, de dos plazuelas: una, llamada también "del Arquillo", y otra, denominada "de la Cava".
No es seguro que este arco, que encabezando la travesía a la que da nombre, ha servido tantas veces de modelo a pintores y a fotógrafos, fuera el límite extremo y ni siquiera una de las puertas interiores del amurallado barrio judío. Tal vez sea solamente la entrada a un adarve judaico; a juzgar por las escrituras mozárabes. El barrio se extendia al menos hasta la cumbre del citado cerro, compendiendo, desde luego, a la cuesta de la Cava, lindando ya con las últimas casas de la colación de San Román.
Aunque tenga ya otra forma distinta de la que ostentó hasta fines del siglo XIX, en que una restauración sustituyó el primitivo arco de medio punto por el que hoy vemos, la antigüedad de este modesto monumento es, sin embargo, notable. Ya existía en 1576, pues se le cita por don Luis Hurtado de Toledo: "El arquillo de la judería cabe Sancto Tomé". Algún documento llama a la cuesta que en él nace "callejón de Villa Diego"; sin embargo, el arco en sí ha sido durante siglos distinto del barrio, citándose con frecuencia para identificar a casas próximas a él. Incluso el conde de Mora lo extiende hasta hablar del "varrio del Arquillo, como se baxa desde la plaza de Santo Tomé a San Juan de los Reyes", lo que indica que el ángel gótico que da ahora nombre a la calle no había adquirido aún personalidad suficiente o quizá no estaba todavía en el lugar actual. (Fuente: Historia de las Calles de Toledo)
A este lugar hace referencia la leyenda La Casa del Judío, escrita por Pablo Gamarra, que nos detalla en clave legendaria el origen de los fondos económicos necesarios para financiar la aventura que llevó a Colón hasta tierras oficialmente desconocidas en europa hasta la fecha. "Y mientras el visionario Cristóbal Colón va exponiendo a la reina Isabel su quimera descubridora, ella, la reina, contagiada de la sublime locura del extranjero, quiere ayudarle. Pero Isabel no es mujer que se deje vencer fácilmente por contrariedades en el afán de patrocinar la intrépida azaña. En esta casa de modesta apariencia vivió el judío Isaac, que tuvo en su poder las joyas de Isabel I de Castilla, precursoras y llave preciosa de un nuevo mundo gracias al rasgo generosamente español de la Reina Católica". (Web: Leyendas de Toledo)