Puerta de Valmardón
La Puerta de Valmardón o de Bab
al-Mardóm está situada al norte del casco histórico, cerca de la Puerta del Sol
y de la mezquita del Cristo de la Luz. También se la conoció en el pasado como
"Puerta de Mayoriano" o del "Cristo de la Luz".
Fue construida en el siglo IX–X y
permitía el acceso a la medina islámica toledana, siendo probablemente la más
antigua de la ciudad de Toledo. Su nivel inferior está dividido en dos espacios
entre los cuales existe una doble mocheta que aloja el rastrillo, añadido
durante las reformas realizadas en época cristiana.
El aparejo empleado en sus fachadas es de sillería reutilizada en
las zonas bajas y el mampuesto encintado con hiladas de ladrillo, típico del
arte mudéjar, en las zonas medias y altas.
El acceso a través de esta puerta
debió realizarse por sendos arcos de herradura, que fueron modificados
posteriormente hasta convertirlos en arcos de medio punto, sobre los que se
sitúa el cuerpo superior que servía como estancia, distinguida externamente con
el típico aparejo toledano.
Algunos huecos ciegos, y una
ventana, dan cuenta de los cambios en su uso. La puerta fue pasando por
distintas etapas, propiedad de Los Mendoza hasta el siglo XVIII, hospital de
San Lorenzo después, hasta llegar a manos privadas a finales del siglo XIX. (Textos: Patrimonio Cultural Castilla-La Mancha)
Fue declarada monumento nacional junto a otras puertas, torres, murallas y puentes de la ciudad el 21 de diciembre de 1921. Actualmente cuenta con el estatus de Bien de Interés Cultural, por un Decreto de 15 de diciembre de 1998, de la Dirección General de Cultura de la Consejería de Educación y Cultura.
Cerca de esta puerta se ubica la
mencionada mezquita del Cristo de la Luz, lugar donde la tradición toledana nos
relata una leyenda basada en la época de la Reconquista:
Cristo de la Luz "Su odio llegó a tal extremo
que idearon un plan diabólico: untar con un potentísimo veneno los pies del
Cristo, y como era costumbre de los cristianos rezarle, pedirle un favor y
después besarle los pies para alcanzar la concesión de la súplica, creyeron que
con su acción lograrían un doble propósito: matar a un número indeterminado de
cristianos y que estos llegasen a aborrecer a la hasta el momento venerada
imagen, tambaleándose su fe. Así que pusieron en ejecución su malvado designio
aprovechando la soledad de la iglesia y la oscuridad de una noche de luna
nueva.
Sin embargo, obtuvieron como resultado todo lo contrario del plan ideado, porque ocurrió que, a la mañana siguiente, cuando la primera devota llegó a rezar ante el Cristo y después intentó besar, como de costumbre, sus pies, se produjo el milagro: el Cristo retiró el pie, desclavándolo de la cruz, permitiendo que los labios de la mujer llegasen a rozarle. El estupor aumentó cuando el mismo hecho se repitió una serie de veces y con distintas personas" (Web: Leyendas de Toledo)